Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son del shofar, y una santa convocación.
Levítico 23:24-25:
Rosh Hashaná (literalmente, "cabeza del año") que se celebra el primer día del mes hebreo de Tishrei es el Año Nuevo judío, que marca el comienzo de un período de 10 días de oración y auto-examen los Yamim Noraim.
La preparación para las Altas Fiestas comienza un mes antes, el mes de Elul está dedicado a prepararnos para Rosh Hashaná y Yom Kipur. Tanto es así que, algunas comunidades siguen la costumbre de hacer sonar el shofar al final de cada servicio de lunes a viernes por la mañana durante Elul como un recordatorio de los Yamim Noraim.
El mes de Elul culmina con los servicios Selijot (perdón). La liturgia de Selijot contiene algunas de las mejores poesías religiosas jamás compuestas.
La primera noche de Rosh Hashana celebramos una ceremonia especial en la que recitamos bendiciones sobre una serie de alimentos. Los más conocidos son la jalá redonda que simboliza el ciclo de la vid, las manzanas y la miel que representan la bondad y la dulzura que deseamos para el nuevo año.
El origen del Seder está en el Talmud (Horayot 12 bis) dónde Abaye analiza el significado de algunos signos y sugiere que, al comienzo de cada nuevo año las personas deben habituarse a comer los siguientes alimentos, que simbolizan abundancia y prosperidad: calabaza, alubias, puerro, remolacha y dátiles.
Las bendiciones en este ritual se realizan siguiendo un orden específico (Seder) y todas comienzan con las palabras "Yehi ratzón" (sea tu voluntad) aunque los alimentos que forman parte del seder puedan variar según la costumbre (asquenazí o sefaradí) o la comunidad a la que se pertenezca. Hay quienes realizan el Seder solamente la primera noche de Rosh Hashaná, mientras que algunas familias lo hacen en ambas noches.
También podemos incorporar alimentos distintos a los que recoge la tradición para, como nuestros sabios, simbolizar a través de sus características algún deseo para el año que comienza.
Teshuvá
Teshuvá es un renacimiento del corazón expresado en acción, en conducta, que culmina en Yom Kippur.
Esta es una definición progresista y al contrario de lo que se cree no reñida con nuestras raíces. La tradición judía habla de jeshvón hanefesh, un balance del alma. Se trata de un balance emocional y espiritual, en el cual el individuo debería preguntarse: ¿en qué punto me encuentro de mi desarrollo personal? ¿En qué he mejorado o en qué he retrocedido? ¿Dónde hay necesidad de mejorar? Si un cambio es requerido, entonces deberían ser tomadas tres decisiones:
1ª Admisión: confrontar el hecho de que es necesario mejorar, de que algo está mal y debe ser corregido.
2ª Meditación: sobre el daño cometido, ¿cuál han sido las consecuencias? ¿quién ha resultado herido? ¿repercusiones en los demás y en mí mismo?
3ª Compromiso: resolver mejorar, transformar el daño y/o repercusiones mediante conducta y/o acciones a emprender.
Mantener un estado mental en el que se realiza una introspección al mismo tiempo que una retrospección con perspectiva del automejoramiento es no sólo saludable sino progresista. La tradición judía ha identificado este estado de la mente como teshuvá, retorno o arrepentimiento. Tradición y progreso abanderan un proceso motivado por el afán de excelencia personal. Verdaderamente es un regalo que nuestra tradición nos recuerde que cada cierto periodo de tiempo debemos hacer una gran parada para la reflexión. Y aunque la posibilidad de teshuvá siempre está presente, no estamos ante esas meditaciones que, por otra parte, deberíamos hacer de nuestra persona y nuestros actos a diario. El mes de Elul llama a cada uno de nosotros a volvernos más introspectivos. Tomémoslo como el gran balance anual.
Elul, dicen los rabinos, tiene sus raíces en los inicios de la memoria colectiva judía. Después del becerro de oro y la ruptura de las primeras tablas, Moisés asciende al Monte Sinaí. El midrash determina que el descenso final de Moisés después de cuarenta días y cuarenta noches en la montaña, fue en Yom Kippur (10 del mes de Tishri), cuando ofrecía al pueblo las Segundas Tablas. Así, el mes de Elul fue, y lo sigue siendo, el tiempo ideal para jeshvón hanefesh y ver de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Este ánimo de inventario espiritual tiene hermosos coadyuvantes litúrgicos convertidos unos en preceptos y otros en costumbres.
Una parte importante en el mes de Elul es la recitación de plegarias por el perdón que el judaísmo llama Selijot. No son otra cosa que una ayuda “literaria” a la introspección.
Igualmente, es costumbre recitar el Salmo 27 que comienza así: “Dios es mi luz y mi salvación. ¿A quién puedo temer? El señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién debo tener miedo?” Esto refuerza el proceso de teshuvá como un esfuerzo valiente y estimulante.
Fundamental y preceptivo es tocar el shofar. Aunque veremos su origen y el significado de sus sonidos más adelante, Maimónides escribió algo digno de nombrar a propósito del tema que nos ocupa. Decía que el sonido del shofar era, una vez sumergidos en esa introspección, una llamada a la transformación, o al arrepentimiento si se quiere. Pero aquí, ¡cuidado! de nada sirve el arrepentimiento si no viene acompañado de la querencia de transformación, compromiso y conducta o acción. Como una bella poesía dice así:
“¡Despierten, durmientes, de vuestro dormir! ¡Y ustedes, soñadores, de vuestro sueño! Revisen vuestros hechos y arrepiéntanse y recuerden a vuestro Creador! Aquellos que olvidan la verdad en las vanidades del tiempo y desperdician todos sus años en la vanidad y el vacío que no podrán aprovechar o ahorrar, mirad a vuestras almas y mejorad vuestras maneras y acciones! Que cada uno de vosotros abandone su sendero del mal y su pensamiento que no es virtuoso.”
A pesar de que se ha ofrecido una visión del proceso de teshuvá como algo gradual y en fases, hay que recordar que esto no pretende ser más que una pauta, una guía pues sabemos que los procesos mentales de cada cual son genuinos. No temamos si nos cuesta arrancar dicho proceso pero hagamos lo posible por no dejarlo vacío de significado y contenido. Recordemos: tradición y progreso abanderan un proceso motivado por el crecimiento y la excelencia personal.
Tashlij
Una práctica muy significativa asociada con Rosh Hashaná es la ceremonia de tashlij, en la que nos acercamos al mar, a los ríos o a los arroyos para echar trocitos de pan en el agua (las migas que quedan en los bolsillos). Este acto físico nos recuerda la necesidad de empezar el Año Nuevo reconociendo y librándonos de nuestros errores, por insignificantes que éstos nos parezcan.