En los años 30 una joven generación de judíos americanos crearon una nueva forma de arte: el cómic. Las circunstancias históricas y su herencia cultural modelaron sus historias y los personajes que crearon. La Gran Depresión, con la escasez de trabajo que supuso, y el creciente anti-semitismo, tanto en Europa como en EE.UU., abocó a estos jóvenes artistas y dibujantes judíos, excluidos sutilmente, y a veces no tanto, de los trabajos más prestigiosos en la prensa y las empresas de publicidad, a la pujante aunque considerada irrelevante industria del cómic, que estaba dirigida también por judíos.
Entre sus filas encontramos a Jerry Siegel y Joe Shuster, los creadores de Superman; Bob Kane (cuyo nombre auténtico era Kahn) y Bill Finger, creadores de Batman, así como su protegido Jerry Robinson, el cual dio vida al inmortal villano Joker; Will Eisner, creador de Spirit y pionero de la novela gráfica; Julius Schwartz, el editor conocido por ser el padre de los comics de ciencia ficción y el hombre detrás de la Liga de la Justicia; Martin Nodell, el hombre detrás de Linterna Verde; Jack Kirby (cuyo auténtico nombre era Jacob Kurtzberg) y Joe Simon, quienes trajeron al mundo al Capitán América; Max Gaines, el verdadero padre de los cómics, su hijo William, editor de la Revista MAD, y el socio de sátiras de William, Harvey Kurtzman; Stan Lee (Stanley Martin Lieber), el creador de Spider-Man, el Increible Hulk, los Cuatro Fantásticos y los X-Men, y el jefe de Lee, Martin Goodman de Marvel Comics.
Todos estos artistas participaron en la creación de uno de los íconos fundamentales de la cultura popular del siglo XX: el superhéroe. Y, de una forma consciente o inconsciente, en la gran mayoría de estos personajes sus creadores introdujeron temas, elementos e influencias de la tradición judía que habían heredado, tanto culturales, religiosos, etc., así como problemáticas como la de la asimilación y el mantenimiento de la identidad judía. Aunque resulte sorprendente, la cuestión de la herencia judía de los superhéroes es un tema que ha suscitado una polémica considerable (por ejemplo, a raíz de la última película de Superman, El hombre de acero (2013), donde los guionistas llevaron a cabo la definitiva cristianización del personaje). No ha sido hasta los últimos años que han empezado a aparecer diversos libros de ensayo que pretenden recuperar la influencia del judaísmo en el cómic de superhéroes.
Bet Shalom ha constituido un club del cómic donde leeremos, debatiremos y organizaremos lecturas públicas y encuentros con autores en conjunto con las editoriales que trabajan en este campo.